En el día de hoy, nuestra Nación lamenta la muerte de una pionera, no solo en el ámbito del derecho, sino de la historia de nuestro país. Ruth Bader Ginsburg se desempeñó más de 27 años como magistrada de la Corte Suprema de Estados Unidos. Fue una compañera amorosa con su esposo Martin, fallecido antes que ella, y una madre devota para sus dos hijos, Jane y James.
Ruth Bader Ginsburg fue una inspiración para todos los estadounidenses. Perdió a su hermana mayor y a su madre antes de terminar los estudios secundarios, e ingresó en la Facultad de Derecho cuando ya tenía responsabilidades como esposa y madre, y como una de las pocas mujeres en su clase. Tras graduarse de la Facultad de Derecho en 1959, trabajó incansablemente por más de 34 años como abogada litigante y jurista y, en 1993, se convirtió en la segunda mujer en integrar la Corte Suprema de Estados Unidos. Reconocida por sus firmes votos disidentes en la corte, fue la personificación de argumentos contundentes y, al mismo tiempo, respetuosos; y demostró así que es posible disentir sin ser hostil. La labor de la magistrada Ginsburg contribuyó a hacer realidad una mayor igualdad para las mujeres y a asegurar los derechos de las personas con discapacidad, y su influencia se extenderá también a las generaciones venideras de nuestra Nación. Además de su inmensa lucidez, llevó su estilo al tribunal con sus elegantes chorreras y el afable trato que dispensaba a sus colegas, incluso aquellos con los que a menudo discrepaba, en particular, el ya difunto magistrado Antonin Scalia.
Luchadora hasta el final, la magistrada venció al cáncer y a los pronósticos en numerosas oportunidades, sin dejar de desempeñar su función en la corte. Su compromiso con la ley y su valentía ante la muerte inspiraron a infinidad de seguidores, que la llaman “RBG”, y sigue siendo un ejemplo para muchísimas mujeres abogadas. Su legado y su contribución a la historia estadounidense jamás serán olvidados.
En señal de respeto por Ruth Bader Ginsburg, magistrada de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, dispongo por el presente, conforme a la potestad que me ha sido conferida por la Constitución y las leyes de Estados Unidos, incluido el artículo 7 del título 4 del Código de Estados Unidos, que la bandera de Estados Unidos se alce a media asta en la Casa Blanca y en todos los edificios y predios públicos, así como en todos los puestos militares y estaciones navales, al igual que en todos los buques del Gobierno Federal en el Distrito de Columbia y en todo Estados Unidos y sus Territorios y posesiones hasta la puesta del sol, en el día de su inhumación. Dispongo asimismo que la bandera se alce a media asta por el mismo período en todas las embajadas, delegaciones, oficinas consulares y otras sedes en el extranjero, incluidos todos los establecimientos militares, buques y estaciones navales.
EN TESTIMONIO DE LO CUAL, he consignado mi firma el 18 de septiembre del año de Nuestro Señor dos mil veinte, y año ducentésimo cuadragésimo quinto de la Independencia de Estados Unidos de América.